Querer y deber: verbos de la segunda conjugación

martes, 11 de diciembre de 2007

Se supone que tendría que estar pasando a limpio el guión de un informativo. Se supone. Pero llevo tres semanas ocupada con cosas que no quiero hacer y mi voluntad se resquebraja. Sólo espero que a mi compañera no le importe esperar media horita más. Total, es para un falso directo a grabar mañana después de comer, sobrevivirá.
Dicho así parezco una irresponsable, lo sé, aunque nada más lejos de la realidad. El día de hoy lo he pasado enterito y pleno en una cabina de edición, con Tamariz y Espinete, preparando cuatro cagadas. No quiera el cielo que trabaje nunca en una televisión porque podría acabar dando el viernes las noticias del lunes con mi super velocidad al final cut pro.
Cada cierto tiempo se repite la misma situación: cosas que debo hacer vs. cosas que quiero hacer. Dichosa encrucijada. Hubo un tiempo en que siempre ganaba la primera opción, y saqué matrícula de honor en bachillerato. Era una niña buena, una Rory Gilmore, salvando la distancia entre sus ojos azul cielo y los míos negros como los cojones de un burro.
Luego me rebelé. Me dediqué a hacer lo que me apetecía, y punto. Llevé once a la convocatoria de septiembre el segundo año de carrera.
Ahora me encuentro en un punto intermedio entre el sacrificio resignado y el rock and roll, pero tengo poco aguante. Como hoy, que he tirado la toalla y mandado a la mierda el examen de mañana, incluso a pesar de que es de historia, con lo que me gusta a mí la historia. Sin embargo no puedo más, y reconozco que me gusta renunciar de vez en cuando a las obligaciones. Hace que me sienta libre, con capacidad de elección.
Lo que me apetece hoy es leer, leer A sangre fría, de Truman Capote, que cogí ayer de la biblioteca. Y escribir, continuar un relato que empecé hace un mes casi. Va de un hombre que entierra a una amiga después de asesinarla. A sangre fría, valga la redundancia. Y sin embargo escribo esto, en trece minutos, y transcribo el informativo, y me acuesto, porque mañana a las siete menos cuarto volvemos a empezar.

Vacaciones de Navidad para el pueblo, ¡ya!

PD: Me ha quedado un poco gris (14 minutos van ya), pero no es ni de lejos tan triste. Mañana post sobre el EEES, por aquello del servicio público del periodismo.
PPD: El EEES es el Espacio Europeo de Educación Superior. Cágate lorito.

4, 8, 15, 16... ¡Click!

sábado, 8 de diciembre de 2007

Levantarse a las seis de la mañana un domingo debería ser pecado. Las seis es una buena hora para acostarse, no para levantarse en pleno invierno y caminar muerta de frío hasta la oficina, más aún cuando trabajas en el infierno, como yo.
El del periodista no siempre es un oficio emocionante. A veces uno tiene que recurrir a empleos tediosos y aburridos para poder pagarse los caprichos, como yo. Pasarme nueve dieciséis horas cada fin de semana delante de una pantalla de ordenador sin hacer más que click, click, click, creedme, puede ser frustrante. Parezco una versión femenina de Locke, sólo que teniendo que leer algo de texto.
Que te metan prisa, un domingo, para entregar sus noticias a unos clientes que deberían estar en la cama o de barbacoa en el campo (y que seguro que lo están), puede ser el colmo del absurdo. Mejor aún es cuando el cliente se enfada porque no está su dossier hecho a la hora en punto que él quiere. Señor mío, es domingo, o peor aún, festivo, y tiene usted una empresa local que no abre desde el jueves, ¿realmente es tan importante? ¿No puede esperar media hora más? Pues no, no puede.
No se equivoquen, no me quejo. Sólo estaré aquí un par de meses y para pagarme un viajecito a Alemania. En realidad creo que mi empresa tardaría menos poniéndome un logotipo en la mochila, porque todas las veces que he trabajado para ellos ha sido por un viaje. Deberían patrocinarme, ellos ganan por no tener que aguantarme, yo gano por no tener que madrugar los fines de semana.
Espero que se perciba la fina ironía que intento destilar, pero por si acaso quedan avisados. Creo que lo pondré en el perfil. En el otro blog tuve problemillas con esto. Mmmmm. Merece un post.

Las normas de la casa

Mi nick es Lois Lane porque Lois Lane fue mi primera gran inspiración, el ideal de mujer que yo aspiraba a ser. Ni que decir tiene que marcó mi vocación, incluso después de haber comprobado cómo es el mundo periodístico en realidad. Luego aparecerían otras figuras femeninas que representarían la clase de chica que yo soñaba ser, figuras como Jo March, Georgina de Los Cinco, cierta protagonista de un relato de Holmes de quien desgraciadamente no recuerdo el nombre, e incluso Verónica Mars.
Yo solía tener un blog, no muy lejos de aquí. Quizás alguno de los que me leéis ahora fuisteis también lectores de aquella otra bitácora. Puede ser. Nunca lo sabremos.
Me gusta escribir en un blog, me gusta publicar mis ideas y pensamientos más peregrinos con más o menos libertad. Precisamente por eso abro esta otra página, por la libertad.
Veréis, la gracia de tener un nick es que nadie sepa quién eres, qué haces y por qué dices lo que dices, separar la realidad real de este mundo virtual donde todo el mundo adopta roles. Si todo el mundo te conoce más allá de ese nick, ¿por qué no firmar con tu nombre verdadero? Por la protección que da el anonimato. Yo he perdido esa protección, y quiero recuperarla. No se trata de mantener una doble vida, sino de poder mantener una sola dentro y fuera de la pantalla. Hay un vídeo muy al tono de esto en youtube.


Todos sabemos que hay cosas que no se pueden decir, por las consecuencias. Este blog es un paraíso libre de consecuencias regido por dos únicas normas:

- No hay dirección de contacto. La comunicación con los lectores será siempre vía comentarios (los que por cierto agradezco. Que no quiera saber el color de las bragas de nadie no significa que no podamos compartir impresiones sobre temas de interés común)
- No hay enlaces de blogs personales. Los enlaces llevan a gente, la gente lleva al contacto, y el contacto a la pérdida del anonimato. ¿Y qué hemos aprendido hoy en el cole? Que el anonimato es bueeeeno, bueeeeeeeeeno. Los blogs de cualquier otra temática son bien recibidos.
- No hay información personal. Bueno, sí que la hay, pero siempre lo más abstracta posible.

Lois Lane es un personaje de ficción. Yo soy una persona real protegida tras una ficción. Bienvenidos, pasen y vean.