4, 8, 15, 16... ¡Click!

sábado, 8 de diciembre de 2007

Levantarse a las seis de la mañana un domingo debería ser pecado. Las seis es una buena hora para acostarse, no para levantarse en pleno invierno y caminar muerta de frío hasta la oficina, más aún cuando trabajas en el infierno, como yo.
El del periodista no siempre es un oficio emocionante. A veces uno tiene que recurrir a empleos tediosos y aburridos para poder pagarse los caprichos, como yo. Pasarme nueve dieciséis horas cada fin de semana delante de una pantalla de ordenador sin hacer más que click, click, click, creedme, puede ser frustrante. Parezco una versión femenina de Locke, sólo que teniendo que leer algo de texto.
Que te metan prisa, un domingo, para entregar sus noticias a unos clientes que deberían estar en la cama o de barbacoa en el campo (y que seguro que lo están), puede ser el colmo del absurdo. Mejor aún es cuando el cliente se enfada porque no está su dossier hecho a la hora en punto que él quiere. Señor mío, es domingo, o peor aún, festivo, y tiene usted una empresa local que no abre desde el jueves, ¿realmente es tan importante? ¿No puede esperar media hora más? Pues no, no puede.
No se equivoquen, no me quejo. Sólo estaré aquí un par de meses y para pagarme un viajecito a Alemania. En realidad creo que mi empresa tardaría menos poniéndome un logotipo en la mochila, porque todas las veces que he trabajado para ellos ha sido por un viaje. Deberían patrocinarme, ellos ganan por no tener que aguantarme, yo gano por no tener que madrugar los fines de semana.
Espero que se perciba la fina ironía que intento destilar, pero por si acaso quedan avisados. Creo que lo pondré en el perfil. En el otro blog tuve problemillas con esto. Mmmmm. Merece un post.

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